Está comprobado que la alimentación mediterránea te protege de las enfermedades crónicas y permite vivir más y mejor.
Sus beneficios nacen de la combinación de los alimentos que la componen y que juntos potencian al máximo sus propiedades.
La alimentación mediterránea es rica en:
Antioxidantes, que están en verduras, frutas, hierbas y especias como orégano, pimienta, ajo, laurel, perejil, romero, etc.
Ácidos grasos saludables: Omega 9 y Omega 3, provenientes del uso del aceite de oliva o Canola, del consumo de pescados y frutos secos.
Fibra, presente en frutas, verduras y cereales integrales.
Fitoesteroles, compuestos de origen vegetal, que ayudan a reducir el colesterol. Están presentes principalmente en aceites y en frutos secos.
En la alimentación mediterránea debes limitar el consumo de:
Azúcar y alimentos ricos en carbohidratos refinados, como por ejemplo: dulces, galletas, chocolates, productos de pastelería, pan blanco, pastas, etc.
Carnes rojas y procesadas
Grasas saturadas como la crema y la mantequilla.
Otros aceites como el de maravilla, maíz o soya.
La alimentación mediterránea es un estilo de alimentación completo, equilibrado y flexible, sin alimentos prohibidos ni tampoco obligados, la clave está en la frecuencia de consumo de los distintos alimentos.
Sus preparaciones privilegian alimentos frescos y poco procesados. Son ricas, variadas, lo que hace más fácil que la adoptes y disfrutes siguiéndola.